miércoles, 29 de septiembre de 2010

Caballos rescatados de una hípica

Esta crisis afecta a todo el mundo, incluso a los propietarios de caballos.
Estos hermosos animales, antes bien cuidados y atendidos, custodiados en sus boxes en hípicas bien acondicionadas, con paja fresca y tratados con esmero y dedicación, empiezan a pagar las consecuencias del desbarajuste económico.
Ya no hay dinero para ocuparse de ellos.
Algunos son abandonados a su suerte soltados a los montes, esperando que así logren sobrevivir pastando libremente, con lo que acaban provocando accidentes, vease sino el accidente que mató a un padre y a su hijo adolescente en Sevilla, al chocar su moto contra uno de esos pobres caballos abandonados que vagaba por la carretera.
Otros son olvidados en las hípicas, que al no recibir el dinero de las cuotas de los propietarios de los animales acaban declarandose en quiebra, sin manera de poder mantener o alimentar a los olvidados caballos, que malnutridos y sucios esperan a un destino incierto.

Un amigo se enteró de que en una de estas hípicas varios caballos estaban en una situación ya lamentable. Acondicionó con sus hijos en su terreno un espacio vallado, con bebederos y boxes y ha adoptado a 2 de esos pobres desdichados, dos yeguas llamadas Lluvia y Libra.
Llegaron en un estado deplorable, sucias y delgadísimas, las crines y colas llenas de nudos y suciedad, heridas no curadas y los ojos tristes por el abandono.
Tras unos meses de dedicación y cuidados este es su aspecto actual. Siguen algo delgadas pero poco a poco vuelven a ser los espléndidos animales que fueron una vez, con el pelo brillante, las crines y colas cuidadas, recuperando ese relinchar feliz de sentirse atendidas y queridas, con su agua y paja fresca a diario, raciones de zanahorias y algun azucar que las vuelve locas, sesiones de cepillado, duchas para mitigar el calor y un lugar limpio y protegido donde descansar bajo cubierto durante la noche.
Han vuelto a recobrar su dignidad y su belleza, han recuperado tambien la alegría de vivir.
Cuantos más animales habrá abandonados a su suerte, que es poca, esperando que alguien los salve de convertirse en un menu del McDonald's.

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